miércoles, enero 02, 2008

EL FOGUEO. VALLEHERMOSO

Hace unos meses aparecía publicado en la prensa de la isla de Tenerife el siguiente escrito:

José Vicente González Bethencourt

Brigada Francisco Mas, de la Guardia Civil de Vallehermoso

LA ACTITUD de defensa del status previo que el pueblo de Vallehermoso adoptó ante el golpe de Estado de 18 de julio de 1936 fue única y excepcional en Canarias, fruto de la conciencia que en el período previo republicano caracterizó a la clase trabajadora para evitar los abusos de la clase dominante en la isla de la Gomera, que al ver amenazadas las escasas conquistas alcanzadas en cuanto a condiciones de trabajo, decide evitar la sublevación militar contra el Gobierno de la II República. En la mañana del 18 de julio el delegado del Gobierno en la isla, el médico Antonio Macía, se comunica telefónicamente con el brigada de la Guardia Civil de Vallehermoso, Francisco Mas García (en la foto con su esposa e hijos), para conocer su opinión del golpe militar, contestándole su posición como guardia civil de defensa del Gobierno constitucional. Diferente fue la actitud del alférez jefe de Línea de la Guardia Civil de Hermigua, José Soler Boluda, apoyando la rebelión y facilitando fusiles a la Falange de la localidad, que se apresta a ser el municipio más afecto al golpe de Estado. Mas García, mientras tanto, recibía el apoyo de organizaciones obreras y civiles de Vallehermoso.
Cuando el 23 de julio desembarcan en San Sebastián de la Gomera efectivos de Infantería y Guardia Civil procedentes de Tenerife con la intención de someter la isla, el brigada Mas informa al alcalde accidental, Ramón Cabrera Bernal, "nosotros, haciendo honor a nuestra historia y en nuestro deber, defenderemos la legalidad republicana", según publican en 1986 Ricardo García Luis y Juan Manuel Torres Vera en Vallehermoso. El fogueo. Toma de conciencia popular, resistencia y represión (1930-1942), de Tagoror Ediciones, libro recomendable para conocer los antecedentes y circunstancias de la Guerra Civil y posterior represión en la Gomera, donde fueron claves los sucesos de Hermigua de 22 de marzo de 1933, que explican que este pueblo fuera el centro de la sublevación contra la República. Dicho día, con ocasión de una huelga general, fue herido el guardia civil José Garrote de Pedro, que sería luego nombrado comandante de puesto tras el golpe de Estado y proporcionaría apoyo a Falange.
El 23 de julio de 1936 los militares sublevados intentan convencer primero al médico de Vallehermoso, Tomás Bencomo, para que se una al golpe, negándose, y luego al brigada Mas, que insistió en su deber de defensa del Gobierno. El 24 de julio el alférez Soler Boluda se traslada desde Hermigua a Vallehermoso, adelantándose al Ejército, con la intención de conseguir la adhesión de Francisco Mas, que éste niega. Se produce sobre las diez de la mañana un fogueo contra el cuartel y el pueblo hasta que agotada la munición por parte de los sublevados optan por la retirada. Los guardias civiles dispararon al aire unas diez veces, sólo con el noble propósito del brigada Mas de que los sublevados no avanzaran para evitar muertes innecesarias.
El 25 de julio llegan a la isla más de cien nuevos soldados y varios guardias civiles al mando del teniente coronel de la Guardia Civil Isidro Cáceres Ponce de León, telefoneando al brigada Mas, quien le informó que cumplía con su deber, si bien se ponía a sus órdenes, ofreciéndole que sólo a él se le pidieran responsabilidades y no le pasara nada ni a paisanos ni a sus guardias, a lo que contestó el teniente coronel que así sería bajo palabra de honor. Isidro Cáceres entendió el honor promulgando un bando en el que amenaza con pasar por las armas a todo aquel que no denunciara los nombres de quienes se mantuvieron fieles a la legalidad constitucional. El honroso brigada de la Guardia Civil, para tantos y tantos orgullo y referente del Cuerpo, fue detenido por Isidro Cáceres y llevado a Santa Cruz de Tenerife, y tras un Consejo de Guerra que se inicia en el Cuartel de San Carlos el 19 de agosto de 1936, hace hoy 71 años, el 22 es condenado a muerte y el 27 fusilado por un piquete de guardias civiles al mando de un teniente en el Barranco del Hierro de Santa Cruz de Tenerife.

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